miércoles, 16 de junio de 2010

Legend of Djel

Legend of Djel es una aventura francesa de "click & point" de 1987, donde encarnamos el papel de Djel, el brujo del aire.

La presentación del juego nos deleita con una horrible banda sonora que no distaría mucho de las primeras composiciones que hicimos cuando nos regalaron el órgano CASIO por nuestra primera comunión, acompañada de unos gritos estúpidos. Son gritos sin vehemencia ni credibilidad, bien podían haber gritado ¡repollo!, ¡bonobús!, y sonaría igual de ridículo.
Estoy hablando de la versión de Amiga, en la de PC a través de DOSBOX no suena nada, salvo pitidos.
En cualquier caso, cuando nos enfrascamos en el juego acabamos conciliándonos con la banda sonora: es ideal para ambientar este disparate.
Tras el título nos aparece el gráfico de una especie de dragón que la verdad es que no pinta nada en la historia. Doy por hecho que alguien había hecho el gráfico de un dragón y, pues vamos a meterlo.

La presentación es muy muy lenta para lo poco que aporta, y no se puede saltar pues a continuación viene la pregunta de seguridad antipiratería. Aún recuerdo que un pirata me dijo en su tiempo que por probabilidad había que seleccionar siempre el color rojo. Será potra pero en las cuatro cargas que he hecho hoy tanto en PC como en Amiga he acertado a la primera.

En la carátula del juego aparecen un par de pantallas a todo color, pero lo cierto es que en la versión de Amiga se emplearon sólamente 8 colores para los gráficos, y en la de PC tanto de lo mismo, a pesar de seleccionar VGA 256 colores. Y es que el juego cabe en un disquete. En aquella época no había JPGs ni cosas por el estilo, serían gráficos tipo TIFF, sin compresión: un gráfico con 8 colores ocupa 3 bits por pixel, uno de 16 son 4 bits por pixel. Para una pantalla de 320x200, tenemos 24 Kb contra 32 Kb, y en un disquette cabían si no recuerdo mal 1,44 Mb. El caso es que pasar a una paleta más rica disparaba el consumo de memoria.

Los preámbulos son escuetos, Azeulisse (Joseluís para los amigos), señora de los 100 reinos, nos informa que ha desaparecido su hija, y que si no nacen niños en nuestras tierras es a causa de la tristeza que ello le causa. De modo que ya sabemos...
Nada más colgar Azeulisse por la bola de cristal (el teléfono móvil de la época), aparece KAL, que nos pide todo el oro que podamos fabricar para paliar el hambre del pueblo y evitar una revuelta.

Y empieza el juego. En el típico estudio de un brujo, con una mesa llena de papeles y cachivaches, entre ellos una estatuilla y un jarrón que nos teletransportarán a los mundos de Azeulisse y Kal respectivamente, y una pantalla al fondo sobre la que la estatua de un grifo escupe planetas a los que podemos viajar.

Para los que no hayan estado nunca en el estudio de un brujo, son así.

Por la puerta del fondo accedemos al alambique, donde podemos fabricar oro alquímicamente con los ingredientes correctos, que son: murciélagos y flores de plomo.

Viajamos al primer y único planeta que aparece inicialmente en la pantalla y nos encontramos con un paraje volcánico.
La interacción consiste únicamente en mover el puntero por la pantalla y pinchar aquí y allá, para ver qué pasa. En este mundo conseguimos una cosa rara que no sé lo que es, y el poder del volcán, para lanzar bolas de fuego o algo así, lo que nos vendrá muy bien para cazar murciélagos o matar abejas.

De regreso a nuestro estudio, dos nuevos mundos han aparecido en la pantalla.
El primero de ellos tiene un puzzle bastante interesante. El mago dueño de ese mundo nos informa de que no está demasiado contento con él, y nos pide que se lo redecoremos. Entonces, pinchando sobre las diversas secciones del paisaje vamos moviendo las cosas: esta planta aquí, esta cosa rara allá.
Son cinco piezas y seis espacios, de modo que cada vez que pinchamos en una sección de paisaje ésta se mueve al hueco dejado tras el último cambio. Es bastante fácil la resolución, pues cada vez que una pieza cae en el lugar correcto el mago nos avisa con un ridículo grito (como los de la banda sonora de presentación).

"Me has dejao el planeta muy cuco, pero ahora quiero un joyita antes de decirte lo que sé"

El juego está lleno de decisiones trampa. Así, una vez ordenado el mundo, en lugar de un mago aparecerán dos magos ¿cuál elegimos? Uno nos dará la información a cambio de una joya (que no debemos entregar) y el otro a cambio de un combate.

Al regresar a nuestro estudio, en la sala del alambique aparece una horrenda mujer diciendo que es la hija de Azeulisse, presa de un encantamiento. ¿Debemos aceptarla? En verdad es una falsa hija, debemos rechazarla y luchar inexorablemente contra ella tras su rebote.

"Noble Djel, soy la hija de Azeulisse, aunque no me puedas
reconocer porque me acabo de levantar y aún no me he maquillado"

Y podríamos seguir. Vas pinchando por las pantallas con el ratón para que ocurran cosas porque sí, sin demasiada lógica, y de vez en cuando tienes que tomar una decisión: ¿confías en esta criatura? ¿por cuánto oro compras esto? ¿robas este objeto o esperas a que más adelante surja otra vía para conseguirlo? ¿aceptamos cambiarle a esa criatura la Daga de Demonio por el Atlas?
Vete a saber. Igual la estás cagando...

"Estoy tan desesperado que te vendo una diadema de diamantes por diez pesetas, ¿aceptas?"

La caza de murciélagos es un auténtico ful de Estambul. Van saliendo de uno a uno y tienes que acertarles lanzando bolas de fuego. El problema es que los murciélagos se mueven por la pantalla a su aire, cambiando de trayectoria y velocidad sin previoaviso, y las bolas las lanzas desde abajo y van lentísimas, luego sólo hay que disparar en los escasos momentos en que la trayectoria de un murciélago parece predecible, y rezar para que no le dé por cambiarla.

En cambio, los combates, si seleccionamos la lucha psíquica, no están del todo mal. Luchamos jugando a un juego de tablero de estrategia, donde en cada turno movemos nuestra ficha y a la vez coloreamos una casilla. El adversario hará lo mismo. Gana el primero que bloquee al contrincante, sepultándole entre casillas coloreadas. El único problemilla es que si no mueves rápidamente se te pasa el turno, y en la versión PC, a través de DOSBOX, que no admite ratón y has de mover el puntero con los cursores, es fácil que esto ocurra varias veces.

En cuanto a jugabilidad esta aventura es una patata podrida, pero tiene el atractivo -al menos para mí- de ser rara de narices.
"Me has caído bien, y por hacer click aquí te voy a regalar un poco de oro"